Religión

 

Unidad Educativa "Miguel del Hierro"


 Proyecto Interdisciplinario №6

Religión ~ Educación la Fe

Elián Carrión

El amor de Dios en la actualidad

El amor de Dios es incondicional, no se sujeta a restricción alguna, es constante, no tiene límites. Se entrega libremente pase lo que pase. Cada uno de nosotros ha pecado, y el pecado nos separa de Dios. A despecho de ello, Dios nos ama. Eso no significa que ame todo lo que hacemos, pero nos ama. De hecho, ama tanto a la humanidad que dispuso que esa separación causada por nuestros pecados y malas acciones quedara eliminada por medio de la muerte expiatoria de Su Hijo, Jesús. «A la verdad, como éramos incapaces de salvarnos, en el tiempo señalado Cristo murió por los malvados. Dios demuestra Su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros.»

Juan 4; 7-21 nos dicta lo siguiente:

“Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor.

En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él.

En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados.

Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros amarnos unos a otros.

Nadie ha visto jamás a Dios. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su amor se ha perfeccionado en nosotros.

En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros, en que nos ha dado de su Espíritu.

Y nosotros hemos visto y testificamos que el Padre ha enviado al Hijo, el Salvador del mundo.

Todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios.

Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él.

En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio; pues como él es, así somos nosotros en este mundo.

En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor.

Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero.

Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿Cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?

Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano.”

El amor, como tantas otras cosas buenas que Dios nos ha dado, ha sido confundido y su significado verdadero casi se ha perdido. La palabra amor se usa liberalmente en nuestra sociedad

Jesús dijo que los dos mandamientos más importantes son amar a Dios y amar al prójimo, y se nos insta a hacer brillar nuestra luz para que otros vean nuestras buenas obras y glorifiquen a Dios. Este llamado a actuar demuestra que Dios desea que al relacionarnos con los demás lo reflejemos, que tratemos a otros con amor, compasión y misericordia como lo hace Él. Eso a menudo requiere cierto sacrificio. Pero cuando uno piensa en el sacrificio que hizo Jesús por nosotros, la verdad es que no hay ni comparación.

El apóstol Santiago explicó que la verdadera práctica de nuestra fe entraña una acción tanto exterior como interior; exterior, con hechos prácticos de cara a los demás; interior, mediante nuestra devoción a Dios. Él dijo: «La religión pura y verdadera a los ojos de Dios Padre consiste en ocuparse de los huérfanos y de las viudas en sus aflicciones, y no dejar que el mundo te corrompa.»

En Mateo 5:43-46, Jesucristo nos dice: “Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿Qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos?”.

La revolución sexual enseña la expresión del amor humano sin incluir el área moral: si un hombre ama a otro puede casarse con él. El feminismo inculca el amor propio: si la mujer no quiere ese feto en su cuerpo tiene derecho de abortarlo. El humanismo señala un desviado camino de amor a Dios: tú puedes amar a Dios sin importar la religión que acojas, ya que en este mundo todo es verdad y al mismo tiempo nada lo es.

Las crecientes aguas de estas corrientes filosóficas han inundado la Iglesia. Por esta razón, es imperativo recobrar una cosmovisión bíblica del amor. Y aunque son muchas las vertientes que este tema ofrece, nuestro artículo se enfoca en el amor a Dios a través del amor de Cristo.

El amor de Cristo es el único bálsamo que puede sanar nuestras heridas, el ancla que puede afirmar nuestras almas, el mayor consuelo que puede hallar nuestro corazón, y la esperanza que puede sostener nuestra fe. La mejor meditación para encaminar nuestros corazones hacia el amor divino es la contemplación del amor de Cristo hacia Su Padre y Su pueblo.



Fuentes Bibliográficas


No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Proyectos Interdisciplinarios VI

Unidad Educativa " Miguel del Hierro" Proyectos Interdisciplinarios №6 Elián Carrión Materias: Ciencias Naturales ~  Andrés Mayorg...